GERMINACIÓN

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He visto morir en tus ojos
al tiempo absoluto
enmarañada historia relativa.
El cielo lívido de tus espantos
anunciaba a la calle oscura del silencio
lugar sin fe donde habrían de germinar
la veracidad de tus tormentas.
...y hablabas de pasado como si fuese ahora
y escondido en el enmudecido hoy, corría en tu mirada
el trauma profundo
la niñez destrozada
abandono en el ataúd de la confianza.
Había nieve en tu sonrisa
holocausto de pretéritas revelaciones.
Goteabas una dulzura inocente
pálida sangre del sin tiempo
niño/hombre difuminándose
en las estacas
de su propia piel.
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SOLLOZO

...y tu noche, 
¿Sabrás del insomnio
qué agobia al sediento,
de sus miedos,
de su no ser, nunca?
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Reniego de la noche estrellada
de sus perfectos mausoleos azulados
de su silencio consabido
de su gloria.
Escojo, en mi sed delirante,
al escozor del sinfín 
a los labios tenebrosos de lo eterno
a la lápida que encierra a la verdad.
Minúscula y sin voz.
El susurro de los bosques
la revelada revelación que jamás he visto
los ojos tan distantes del vacío.
Se desnuda el cenit
ciega montaña que me nombra
es la plenitud de mi sombra que solloza.
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AQUELLA VEZ

El silencio te hizo perfecta.

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Aquella vez de rostros iluminados.
Momento del tiempo febril corriendo tras tu boca
y la flama en tus ojos,
haciendo piruetas con la luna.
Recorrido del "Sí" en la negación absoluta.
—¿Cómo hubiese podido ser de otra manera?—
¡Cuánto placer!
Habían incendios en el cielo con tu nombre
tan perfectos e infinitos
tan constantes.
Aquella vez, cuando viste demasiado.
El firmamento se desarmó sobre tus hombros
y te hundiste en el fango espeso y oscuro
de la duda sin alas.
No entendías nada.
Te culpabas sin saber de qué.
Algo debías haber hecho muy mal
y si no, por qué.
El pronóstico, que otrora, fuese un mausoleo, 
de pronto, reptaba sobre tus pies vestido de tiniebla
y caíste al fondo de su infierno 
con la mirada perdida entre las sombras.
Era el mundo absolutamente desnudo
—fantasma de las horas mudas—
alienación pervertida y cruel
quitándote las vendas
en los sueños que mentían.
Jugaste subyugada por las reglas
arrodillada ante el Sistema
que castra a la vida.
Querías gritar.
Ahora lo sabías todo.
No habías hecho nada mal.
Solo te arrancaste las amarras del alma.
El dolor saltó por tus poros.
Ya nada ni nadie.
Ninguna culpa ajena o dispersa.
Aquella vez.


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LÁGRIMAS DE FUEGO

Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro.

Franz Kafka
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” Mis áridas pupilas tienen sed de ti”

Si lloraba, se quemaba.


Agatha recordó aquel día y sintió pesar ¡Hasta quiso llorar! inmediatamente tembló, se puso fría y salió corriendo. Estaba muy asustada. Mientras corría, se iba frotando los ojos con terror. Se vio las manos y se detuvo. Choreaban sangre. Se había roto los párpados de tanto presionarlos, desesperada por evitar lágrimas a costa de lo que fuese. Gimiendo, abrió la boca. Necesitaba que le entrara aire y bastante. A lo lejos <eso que suelen llamar el horizonte> le cayó encima con su pesado corazón anaranjado. Jirones de sol le lastimaban las delicadas pupilas. Se fue calmando, total ¿Qué podía hacer? Con la garganta árida comenzó a conjugar el verbo “haber” en el tiempo pretérito pluscuamperfecto, agregándole el suplicante “ojalá”, atado a una esperanza imposible. Se fue tranquilizando a medida que repetía “ojalá hubiese habido… ojalá hubiese habido…ojalá hubiese habido” ¿Qué exactamente? ¿Humildad?


Viajó hacia atrás. Lo retomó todo como si estuviese ocurriendo en ese instante. La vida, entonces, prometía. Se había graduado de veterinaria con honores. Su tesis de grado había sido revolucionaria, publicada y traducida en múltiples idiomas, pasando los complejos límites hacia otras áreas del conocimiento. Era famosa y feliz. Al culminar los estudios, regresó a casa con su familia, se encargó de la Hacienda, fue líder en su comunidad. Nada podía haber sido más perfecto, además, existía Indi en su vida, bello labrador dorado, carismático y tan inteligente ¿Cómo decirlo? ¿Casi humano? De hecho, fue la esencia de sus motivaciones cuando, en plena adolescencia, estaba evaluando qué estudios seguiría en la Universidad. La convivencia con su amada mascota había sido crucial en esa decisión ¡Sería Veterinaria! Y así lo hizo, pasión que convirtió en el objetivo de su vida. Su perro también estuvo presente al momento de escoger el tema de su tesis de grado “La dieta canina y la longevidad humana” ¡Cuánto aprendió de Indi! Siempre fue dueño de su lado puro, visión inocente de los más delicados sentires ¡Cuanto se equivocó! bueno, al menos, «él” nunca lo hizo.


Tantas remembranzas le partían el alma. Le invadía un dolor complejo/agudo/lacerante. Recordar a Indi era la parte más dura ¿Cómo no entendió lo que le decía? Es que lo único que le faltó fue hablar. Claro, desde el hoy hacia atrás, es fácil retomar las cosas, cuestionarlas, agudizar determinados eventos. Quizás esa sea la diferencia entre los verdaderos genios y los seres comunes y corrientes. Tuvo todas las evidencias y no fue capaz de comprender el simbólico lenguaje de su amado perro. Fue ciega, sorda y absurda, lo cual no es ninguna novedad, cuando se está sometido al ego y sus desmanes. No se ve la sustancia de nada cuando el encandilamiento del ego nos arrodilla.

Por aquel entonces y lo peor, es que los ojos le funcionaban muy bien. La piel le vibraba, el conocimiento adquirido estaba acabado de interiorizarse reflejándose en un porvenir brillante. Ciertamente lo que falló no fue su biología. El abismo quedaba resumido a su inmenso ego, elemento desencadenante de todas sus desgracias. He ahí al prosaico núcleo del enredo en sus ilimitadas magnitudes mentales. Si pensaba y razonaba, transmutaba en otra cosa a los sucesos. Que tonta. Pensaba, que pensar, era su mayor valor. Desde que la empresa “Deep oil Company INC” comenzó su trabajo en parte del inmenso terreno de la Hacienda familiar, permiso que por cierto, Agatha había otorgado en el supuesto beneficio de las propiedades familiares, la vanidad le impidió visualizar que a partir de ese preciso segundo, se había condenado absolutamente. El mal estaba hecho ¡Que arrogante fue! No lograba olvidar su convincente discurso ante los miembros de la comunidad en la idea de comprometer en el proyecto a toda la comarca.


–La llegada de esta empresa beneficiará a la totalidad del nosotros y a nuestro conjunto como pueblo. Debemos estar agradecidos de que nos hayan seleccionado en un plan de tanta envergadura: La fracturación hidráulica o fracking es una técnica de avanzada. Hace posible que se extraiga el denominado Gas de Esquisto. Es una clase de hidrocarburo ubicado a gran profundidad. Podría decirse, que está atrapado entre rocas. En el proceso y justo allí entra mi experiencia respecto al conocimiento del agua y sus infinitas ventajas. Vale recordar que mi Tesis de «La dieta canina y la longevidad humana” se sustenta entre otros aspectos, en la investigación exhaustiva del agua como componente incuestionable de la vida en su magnánima expresión. En el caso que nos ocupa a propósito de la presente reunión, el agua forma parte indiscutible de tan creativa investigación para extraer, lo que posteriormente, será energía vital y yo, felizmente, soy experta en el tema del agua. Si  aceptamos la propuesta, al ser los primeros en hacerlo, seremos el ejemplo a seguir. Otras comunidades nos seguirán ¿Acaso el planeta funciona sin petróleo? Sin petróleo el pueblo no existiría, el mundo no existiría. No debemos tener miedo. Solo los osados ganan. El tiempo nos devolverá con creces lo que hoy sembremos con nuestras decisiones. Es comprensible tener dudas porque se trata de un método de vanguardia. Fíjense, si usan agua en el proceso no puede ser malo. El agua es vida. Respecto a la metodología, el proceso se suscita en determinado tipo de roca, la cual se encuentra en niveles muy profundos, tecnología que permite generar un tipo gas no convencional, más económico. Si consideramos que la humanidad entera vive del petróleo, toda acción o investigación que se realice, representará una gran oportunidad para todos, para el pueblo, la nación y ¿Por qué no decirlo? Para el futuro de la humanidad en su conjunto. Lo mejor que es disfrutaremos, solo por acceder, de los incontables beneficios que ese proyecto puede ofrecernos a corto, mediano y largo plazo y sin coste alguno para nosotros.


Sabía como impresionarlos, confiaban en ella plenamente animados por sus diversos reconocimientos. Le creyeron. Unánimemente dijeron que sí, todos menos Indi. Él, simplemente comenzó a enloquecer. Pasó de los instintivos juegos de perseguir aves, revolcarse en el prado y ladrarle a las tortugas, a pegar el hocico al suelo, aullar asustado e iracundo, olfatear el aire como un investigador buscando pistas. En determinados momentos, tipo tormenta,  se paraba dos patas a vociferar horas y horas su desdén hacia las maquinarias y sus labores ¿Cómo no lo entendió? «Veterinaria famosa no comprendió a su propio perro». Así la cercenaron en los noticieros.


Fiel y consecuente a sus propias propuestas, Agatha había seguido al pie de la letra la dieta canina que tanto revuelo y dinero le había proporcionado: la alimentación canina vinculada a la dieta humana en medio de una simbiosis de comprobada relevancia. Proteínas y agua”, justo lo que necesitan los músculos para desarrollarse sin carbohidratos ¿Quién ha visto a un perro preparando pan? En ese sentido, determinó que el carbohidrato de las harinas procesadas cuya sentencia ha invadido a la alimentación humana, conjugaba la sustancia de las grandes enfermedades que acosaban a los humanos y por supuesto a los perros, aquellos domesticados por dueños adictos a las harinas, quienes consintiéndoles de mala manera, les alimentaban con dosis diarias de harina. El planeta se debatía entre comedores compulsivos, obesidad, diabetes y un sin fin de mortales dolencias. Irreconciliables polos estaban deformando y enfermando a millones y entonces ella, allí, aportando <tanto horror no existiría si actuáramos como los canes salvajes, corriendo, tomando mucha agua y comiendo proteínas. He ahí el secreto de la salud y la larga vida. Visto así. Nuevamente, centró la memoria en su perro, él simplemente sin saber leer ni escribir, intuyó rápidamente que algo andaba mal y mucho. Poseedor de poderosos y sensibles sensores en todo su impecable cuerpo, captó fácilmente las vibraciones subterráneas, el olor a gas, el compromiso del ambiente que le rodeaba, la traslúcida contaminación del agua. Sus células fueron más astutas que los estudios de Agatha, su tesis y fama internacional. Lleno de instintos infalibles, supo tasar el peligro aún cuando no se había manifestado. Con desgarrado sufrimiento, evocó sus especiales ojos amarillos,  las miles veces que la vio detenidamente y la manera como le ladraba pero nada, ella jamás lo tomo en serio. Aunque lo amaba, pensaba: solo se trataba de un perro. Cada fractura hidráulica representaba una amenaza inmensa e Indi lo sabía, especialmente cuando le daban los ataques caninos de ansiedad. Agatha presumió que se debían a su condición de perro urbano, poco a poco retomaría su sustancia primigenia, disfrutaría de la libertad del campo, de su incuestionable grandeza y belleza. Era absurdo considerar que no se adaptaría, su naturaleza no combinaba con un apartamento. Ahora le ofrecía la virtud de espaciosos terrenos en la Hacienda. Laderas, ríos, montañas. Infinitud para correr sin parar, bañarse, sumergirse y beber hasta la saciedad, la pureza del agua de manantial, maravilla vinculada a la fantástica dieta de proteínas provenientes de otros animales igualmente libres. Estaba segura, que finalmente, se le despertaría la afinidad consigo mismo. Haría  lo que hacen los perros cuando se les permite ser lo que son.


Agatha visualizó sus largos paseos con Indi, las innumerables veces que se bañaron en la represa, la misma que surtía de agua a los diferentes rincones de terreno, los sembradíos, el lar de los animales, al pueblo. No volvió a tomar tanta agua en un día como solía hacerlo en aquella época. Le encantaba saborear las burbujas que despedía el valioso líquido dentro del vaso. Cosas así no se ven en la ciudad ¿Cómo pudo ser tan bruta? chasqueó los dientes, apretó los labios. Vio todo otra vez. Se repetía la imagen completa en sus microscópicos detalles. Aquella tarde inolvidable.


Agatha se había dispuesto a preparar el almuerzo, le dijo a la señora encargada de las labores del hogar, Josefina, que se tomara libre el resto del día, que se fuera al pueblo a disfrutar un poco, ella cocinaría. Josefina se alegró y sonriendo, se retiró a ducharse, vestirse. Animada como estaba, dejó olvidado un cigarrillo encendido justo al borde del lavaplatos. Cuando Agatha abrió el grifo, el agua simplemente, explotó. Agatha comenzó a temblar, la impresión la tenía aturdida, no sabía qué hacer. Los ojos comenzaron a lagrimearle ¡Ese olor! mientras menos entendía más aguados se le ponían. Los párpados se le mojaban, le ardía parte del rostro. De pronto, las lágrimas se le incendiaron. Sus cuencas fueron dos chorros abiertos echando fuego como si se tratasen de dos dragones enfurecidos. Instintivamente, agarró un trapo, se estrujó el rostro y se apagó. Como pudo, metió la mano y cerró la llave del agua pero igual, el aire cercano quedó incendiándose un largo rato.
Hubo semanas de investigaciones, la policía vino. Los representantes del Estado con quienes tuvo tantas reuniones previas, se sacudieron el bulto y la culparon a ella: de lo que sea, haya sido o pueda ser. La compañía negó toda relación con esos hechos. Alegaron que su trabajo estaba supervisado con precisión y dirigido por profesionales y científicos de talla mundial. Si bien se trataba de un proyecto pionero, cada aspecto del procedimiento había sido y seguía siendo, supervisado segundo a segundo por genios acompañados con tecnología de punta. Aducían que el pueblo completo había firmado a conciencia y por unanimidad dirigidos por su representante, la reconocida profesional Agatha Montenegro, quien había sustentado públicamente frente a la comunidad su apoyo total a la empresa ejecutante. Sus voceros repetían sin cansarse: hay que estar claros, lo nuestro es el petróleo no el agua. Después de todo ¿No es ella la experta en agua? En sus manos está averiguar qué ha pasado.

Indi murió a los pocos meses. Agatha jamás pudo llorar su ausencia porque desde ese día, si lloraba, se quemaba.

MIRADA DE MÁSCARA

Esa máscara traslúcida
antifaz de tus horrores
disociación del trauma.
Silencio. 

No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. 

Milan Kundera
La mueca que nadie ve.
Horas que no respiran 
minutos que no escuchan.
Desolación.
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¿Dónde? 
¿Cuándo comenzó la hilera del vacío? 
¿Cómo definir su necesidad de absorción?

Poseía una mirada inquisitiva. Parecía pinchar las pupilas de los interlocutores con hipnótica elocuencia animándoles a conversar del delirio a la sed. Mientras hablaban, les despellejaba cada palabra como si fuesen animales en sacrificio, poder de conocimiento que se le daba fácil luego de indagar durante años sobre el núcleo de la naturaleza humana. Salía de cacería —en realidad— siempre estaba de cacería. Presentía a sus presas desde la primera ojeada tal pétalos cerrados preservando al aroma del terror. Una vez determinados, les incitaba a sucumbir al embrujo de la conversación al desnudo, posterior monólogo de venas abiertas. Sabía lo que ellos necesitaban: ser escuchados, es que van muy solos, tan escondidos dentro de sus escafandras. Ella era perfecta para eso. Requería el hálito de sus pánicos, el secreto, la culpa, lo infame. Había descubierto que allí, extraía vida, sustancia energética que la dotaba del poderío de la permanencia, eternidad sobre todo lo existente. Aprendió que el sentimiento más determinante no era amor sino el miedo. No se consideraba malvada o cruel —más bien— se asumía generosa ¿Acaso no dedicaba horas oyendo existencias plagadas de tantas agonías? Los felices eran escasos. Esos no demoraban mucho ante el hechizo de su manipulada hospitalidad, pero la mayoría, el promedio, estaban perdidos dentro de sí mismos, abandonados/indefensos/debilitados. No salían del pasado, les atormentaban recuerdos dolorosos/aterradores/congelados. Sus cuerpos estaban aquí pero la verdad, es que muy dentro, seguían allá, en el mismo lugar, con la misma edad, exactamente paralizados en un tiempo que ya no era. Algunos tenían cincuenta años y hasta más y todavía, eran niños de cinco reviviendo las palizas de su padre o el deformado arquetipo de su madre, progenitores degollados por sus retorcidos aprendizajes. Otros, no olvidaban la muerte de su amada tía, único personaje que los había amado o aquella vez cuando los empujaron, víctimas en pleno bullying y lamentablemente, cayeron sobre una roca hiriéndose gravemente y fueron hospitalizados. Habían muchas revelaciones, emociones dañadas incinerándoles. Demás revivir las envidias y celos hacia el hermano, hijo favorito al que terminaron odiando y siempre, culpándose por no quererlo, después de todo ¿Tenía la culpa de ser el escogido? Historias tan diversas como seres en el mundo. Mujeres abusadas eternamente silentes, de pronto, explotaban sus agresiones hablando en tercera persona como si la alteración del «Yo» en la oración, pudiese, eliminar de su piel al daño en sus almas . Otras remembranzas no resultaban tan horrendas pero eso no era importante. La raíz del asunto se consolidaba en el valor que cada quien le imprimía a sus culpas, angustias o tormentos. Precisamente, esa particularidad, despertaba la fuerza que los ataba en el tiempo. Estaban presos. Pasaban los días, uno tras otros, tras la repetitiva efervescencia del abismo. Siendo justos, el tic tac de la materialidad constantemente los revertía al ayer. Nada de la metáfora hippie del sol, del presente y menos del renacer; es decir, el mito de las veinticuatro horas sumergidas en la mágica oportunidad del despertar hacia renovadas perspectivas ¿De quién qué y por qué…? No siempre se lograba el objetivo en todas las conversaciones. Existían secretos tan siniestros, tan desgarradores que por más que ella lo intentase, no lograba que las víctimas emocionales los expulsasen de sus gargantas. Esos seres tan marcados, respiraban su fallecimiento desde mismo momento del desgraciado «evento». Como reses, fueron tatuados en los confines del pavor, quedando enmudecidos entre apretados encadenamientos ¿Habían olvidado? ¿Querían olvidar? ¿Podían? Su sangre no era tan caliente. Ella lo sabía, igual, absorbía lo que podía de cada desconsuelo, en cada excusa. De los suplicios, devoraba el nutriente del vacío sin que ninguno se percatara de sus planes. Ella y su voz suave acompañada de delicados ademanes. Transmitía confianza, calidez de la que abraza. No obstante, su verdadero ser estaba detrás, oculto entre la máscara de sus propios miedos. Ya no sentía, pero eso no la hizo mejor. Solo descubrió que atrapar al sufrimiento ajeno le daba vitalidad tipo kundalini. Adictiva energía anestésica. No sufría, no reía, no lloraba, tampoco cantaba ¿Liberaba aquello de…? ¿Vivir a costa de destapar la aflicción del próximo únicamente para acentuarle los barrotes? Volaba sobre las almas extrayendo la sustancia misma del ánima en la premonición de rescatarse y no sentir absolutamente nada. El dolor se le dormía. Y si bien esa era la gran ventaja, simultáneamente, también confabulaba al gran castigo. No sentir. Simple espiga movida por la ventisca de la muerte.

Ella, condenada al disfrute de las miserias humanas. Amarrada inexorablemente a los esclavos del pasado, cuyos grilletes, ondeaban el dardo de la culpa sin redención. Las rejas del recuerdo.

Ella… ¿Era libre…?

Las únicas personas normales son las que no conoces muy bien.

Alfred Adler

PÁJAROS DE VIENTO

HAIKU
Gotas de voces
el silencio declama
nace el poema

En vilo la noche.
Su largo traje oscuro
se ha derramado
angustiando a la llovizna
del silencio.
Múltiples pasos se subdividen
manos aceleradas se multiplican.
Revientan estallidos.
El verso dormido
reverdece, mutilado.
Su corazón es un halo
sin corazas —aunque herido—
apurado y febril
sediento y frenético.
Seres noctámbulos
se inspiran tan rebeldes
volando iracundos al portal
del sentimiento.
Es sed.
El alma teje mil preguntas
ara hacia las miradas que indagan.
Dudas/delirios/miedos.
Sus dedos escriben ansiosos
inventando palabras
que transmutan.
El verbo esculpe emociones
<árbol gigante y poderoso>
sembrando revuelos,
talle de ave
procreando pájaros de viento.
Girasoles observan a los lagos de nácar.
Emergen latidos en la sangre
dragones/sufrimiento/luciérnagas.
La vida fugaz
declina.
Sucumbe ante el volcán 
de la madrugada.
La emoción se ha vuelto soneto
vibración
no tiempo.
De la nada,
el cántico
la silueta ardiendo
holocausto a la alienación
y a sus dardos de nieve.
Arriba del vacío
—cuando el todo se llena—
donde el afuera
ya no existe,
la inspiración ha desplegado
sus alas de seda y virtudes.
Poesía.
Verdad.

 

FINITO

Ser por un día la vida de tu sombra.

Jordi Doce
La tarde llora en mi sangre.
Late en la cicatriz que la gime.
Evaporada de flama
mi lágrima, tan callada,
se arrodilla.
El mundo,
sus apocalipsis.
Lo efímero del día
que claudica.
Alienación.
He de volver a mí.
La noche me aguarda y en su Sombra intacta,
resucitará el reflejo, su voz, la sapiencia.
Beberé el silencio de las penumbras
abriendo portales hacia el no tiempo
mausoleo de intensas revelaciones.
La ancestral bocanada
que me mira
vislumbrará atizadas vertientes
océanos y ríos cristalinos
embravecido viento
declamándome libertaria.
No soy esto que se pierde
planeta no virtuoso
de escafandras insolentes.
Me niego allí.
Muy dentro me abrigan prados
montañas, firmamentos.
Sueños.
—ahí— donde el miedo,
ha abonado a sus lacerantes espantos.
Las manos vacías que me han temblado
sucumben debilitadas
frágiles y desoladas,
caen vencidas ante los otros dedos
cuando anuncian al sentir del alma.
Levito.
Soy palabra vertida
necesidad de fuego sempiterno
resplandor en la eternidad, finita.
Despierto entre la niebla.
El verbo, me ilumina.
Soy espejo en su todo.
Vibro, vuelo, renazco.
Me invade la Sombra.
De nuevo,
hilandera en su luz.

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DESCALZA

Sobre mi alma,
la noche descalza.
Solo la palabra
anciana de mil tormentas,
reverdecía en el crepúsculo
del silencio.
De gritos, su voz,
—tan cansada de revolver historias yertas—
infancias parecidas a inocencias
sonrisas parecidas a su luz.
Perdida entre volcanes
—iridiscente como su lava—
descalza de tiempo
ansiosa y delirante.
El halo de la poesía.
Infinitud.
...y descalza, quedé,
abrazada al poema.
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LA PENÍNSULA DEL SILENCIO

No tenemos las respuestas pero, aun sin ellas, solo por buscarlas, nos hacemos ya responsables, y esto es todo y solo lo que en verdad cuenta, porque esto es todo y solo lo que de nosotros depende.

José Luis Aranguren
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Existía un lugar muy lejano rodeado de mar casi por todos lados, menos por uno. Lo unían al continente intensas emociones, sueños y también, pesadillas. Los lugareños lo llamaban la Península del Silencio.

Esperanza había crecido en ese lugar. Amaba vivir allí, tanto, que si le hubiesen permitido escoger dónde haber nacido —teniendo como límite los confines más distantes o cercanos del mundo entero— nuevamente, hubiese seleccionado a esa punta de paradojas. El trazo de tierra cumplía un ciclo interminable rodeado de poderosas aguas azul/neblina, oscuras como una noche de escasas estrellas. Al frente, a lo lejos —aunque no tanto— había un sitio muy peligroso que pocos querían determinar, al menos no actualmente. En otra época, quizás, cuando era útil y necesario. Ideal, pero ¿Ahora? Como suele suceder, el tiempo dio su vuelta en la infinitud, giró en sí mismo hasta verse cara a cara —entonces— fue cuando ocurrió lo inevitable… y lo que antes se veía bien, aprovechable, de pronto ya no lo fue más. La realidad se había transformado. Habían emergido categorías distintas para el nuevo contenido: la transculturización. La esencia de la virtud, la ética y sobre todo las leyes, tuvieron que reinventarse porque ya no pudieron seguir sosteniendo la libertad de hacer lo impropio y pretender, hacerlo pasar por justo.

El océano, que antiguamente servía para traer a esta parte lo que se deseara ¡Lo que fuese! paulatinamente, fue convirtiéndose en una acuosa anarquía, cosmos inmanejable cuyo desorden indetenible, resultaba cada vez más perturbador. El escenario había sido perfecto cuando tenía una sola dirección; es decir, traer para sí lo significativo pero no al revés. El tácito plan consistía en que, quienes venían, cumplían el objetivo y luego, se iban. Cuando comenzaron a quedarse, el todo perfecto, transmutó a agonía ¿Quién podría desearlo? ¿aceptarlo? ¡Que ocurrencia!

La novedosa circunstancia fue complicándose muy rápidamente. Cuando más anhelaban su antigua forma de vivir, su estilo, sentían que lo estaban perdiendo, esfumándose a una velocidad muy intensa respecto a la capacidad que tenían para entenderlo ¡Cuánto miedo rodando por todos lados!… y fue eso precisamente lo que animó la construcción del inmenso muro, justo en la mitad del mar. Hacía rato que la comunidad no había experimentado un punto cohesivo, un lazo de unión tan homogéneo como en esta oportunidad. Aprobaron los recursos unánimemente. Los habitantes organizaron festivales para recaudar más fondos, se alistaron voluntarios para ejecutar la obra, las madres dormían a sus hijos con inventadas canciones de cuna apropiadas al momento <<—Mi bebé adorado, duerme tranquilo ¡Allá se quedarán!>> ¡Que idílico instante! Cada uno involucrado acorde a sus capacidades ¡Hasta las ancianas! En las tardes, se reunían a tejer emblemáticos tapices con fondo azul resaltando en el medio, la imponente fortaleza. Esperanza luchó hasta el final, al parecer, era la única a quien el proceso de transculturización no intimidaba. Por el contrario, lo experimentaba como una aventura socio/intelectual fascinante.

La construcción fue muy difícil. Tal vez hubiese sido más fructífero promover reuniones para desarrollar una visión colectiva de lo que sucedía <y por qué> antes de lanzarse al vacío. Los recursos destinados para el desarrollo se fueron diluyendo en materiales, equipos y profesionales calificados para llevar a cabo una empresa tan comprometida <fraguar el hormigón en medio del mar> y aunque ya se había hecho, nunca se había intentado en semejante longitud. Desde la península, la inmensidad dejó de tener horizonte. Las miradas se detenían, chocando con aquella muralla blanca, espesa y extensa… pero lo peor, fue la millonaria inversión, la cual jamás generó beneficios; por el contrario, como consecuencia, la economía se fue en picada. Incontables habitantes fallecieron en la construcción. A nadie le importó, ni siquiera a sus familiares. Su muerte representó la visualización y norte en los ecos de la península.

Finalmente, el resultado fue muy mediocre. La tierra de Esperanza no volvió a ser la misma. Si bien habían conseguido detener lo no deseado, las consecuencias fueron catastróficas. Ellos, también habían quedado aislados y postrados. Hasta lo útil, dejó de llegar.

En cuanto a Esperanza, murió misteriosamente tapiada entre el muro, el silencio y el cielo. En su boca, emergió una gota de luz.

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MEDUSA

Esta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender la palabra doblepensar implicaba el uso del doblepensar.


…y tus cabellos
llovían serpientes.
…y mi miedo —el de siempre—
se volvió esqueleto.
En el disturbio funerario
del sepelio prolongado,
vi caer al amor
vi llorar al sufrimiento
vi, al dolor, desear morir.
Mi alma aterrada,
el agrio espejo
de tus ojos.
Silencio.
Nunca la Guerra Fría
fue más fría.

Olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo, y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo.

George Orwell. 1984

EL SUEÑO DE LA ESCAFANDRA

El futuro no fue distinto al pasado.
En el interludio,
desdibujaron al sueño de la belleza,
eliminaron sus poros
contaminaron —asfixiando aún más—
al arte de la transformación.
Inventaron escafandras
de poliéster.
Las dotaron de espiritualidad instantánea
—ideológica mentira—
acoplando miradas idénticas
repetitivas/raídas/psicópatas.
…y el sueño, otrora, único y grandioso,
cayó.
Su, ya no, eternidad,
comenzó a gemir en estéreo
soneto siniestro
revolcándose en las entrañas
de la estampa narcisista.
Quedó su alma vigilada,
desnuda como un Virgen sin objetivo
asustada/sin voz/subterránea.
Hubo una vez.
Creímos que el todo transmutaría
—que dejarían de existir—
aquellos, los más iguales.
Hoy, seguimos tapiados por el sistema
un casi ser, invisible,
mitología de poliestireno
—en cuya alta densidad—
reímos sin virtud ni motivo.
Todo está programado.
Ningún cimiento alternativo
ninguna educación liberadora.
Somos el trauma que llora
la sonrisa estupefacta
el horror, horrorizado.

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