Me siento náufraga en la desahuciada
deducción de tantas dudas,
<océano de revueltas mareas sin luna llena>
mar poseído
por una tormenta invidente
sin el auxilio explosivo del ojo del huracán.
Una especie de bifurcación disléxica
distorsiona la empañada respuesta del espejo,
reflejo circunspecto retornando al bumerán
de la fachada que lo cuestiona.
No es exactamente la duda quien perturba
al enrojecido ribete que ven los ojos
en el par que retorna del cristal,
es la boca que la siembra tan apañada
en la pseudohistoria de su sonrisa.
¿Qué es este dolor cadáver que no muere?
¿Absolución sin pecado?
¿Sacrilegio sin fe?
¡Me decepciona la doble cara!
Ese sofisma figurativo encarcelando
a la verdad de la hipocresía.
¿No deberían ser nuestras primeras palabras «Sí» y «No»?
Si aplicáramos el Reduccionismo del Reduccionismo
como filosofía cotidiana
¿Acaso no emergería nihilismo existencial como foco de vida?
… pero ¡No!
Nos enseñan a mentir
mintiéndonos desde niños
-¡Hay que ser sincero!-¡Mentir es malo!-
-«¡Los niños buenos no mienten!-
… mientras los adultos gozan el absoluto privilegio de engañarse
no solo a sí mismos
<lo cual es la mayor de las desgracias>
sino que sustentan la crianza en base a engaños y trampas
esbozados sutilmente en la sobre mesa de la niñez.
Inevitablemente ¡Crecemos!
… y para nuestra sorpresa
aquellos ex niños «malos»
resultan ser la pluma que flota en la superficie del caos.
¿Por qué esta soledad tan llena de gente?
Scarlet C
Imagen: Pixabay.
Gracias…
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Gracias…